Cuando sonaban los primeros acordes nuestro mundo se paraba. En una mano, el bocadillo de la merienda, en la otra, el mando a distancia (quien tuviese uno claro). En ese momento todo nos molestaba, mandábamos callar a nuestros padres, hermanos y a quien osase a susurrar una mínima palabra. Justo entonces hinchábamos nuestros pulmones y cantábamos la canción de nuestra serie favorita más alto que nadie. Nos las sabíamos todas, cada letra, cada coma,”¡Ay si te supieras tan bien la lección!” clamaban nuestras madres. Sin duda, es la B.S.O. de nuestra infancia y en definitiva de nuestra vida.
Si te esfuerzas un poco seguro que recuerdas como mínimo el estribillo de todas las series. Oliver y Benji van con el balón en los pies y ninguno les podrá detener. Todos sabemos que los Gnomos son siete veces más fuertes que tú y veloces y que siempre están de buen humor o que eran uno, dos y tres, los famosos mosqueperros y que el pequeño D´Artacan siempre va con ellos. Además, son ochenta día son, ochenta nada más para dar la vuelta al mundo y si vamos a jugar, tus problemas déjalos, para disfrutar ven a Fraggle Rock . También sabemos que en un pueblo italiano vive nuestro amigo Marco en una humilde morada…y así podríamos seguir…
Gracias a ellas aprendimos catalán (o cualquiera otra lengua autónoma) sin apenas darnos cuenta y chapurreamos nuestra primeras palabras en inglés sin nisiquiera saber qué significaban. Sacamos nuestra vena artística cuando hacíamos nuestras propias versiones, ¿quién no recuerda la “verdadera” canción de Isidoro? si duda era una manera original de conseguir veinte duros